Aragón, inspiración natural | Aitor Muñoz
Aitor Muñoz
El paisaje en el pirineo aragonés mantiene su estado casi puro dónde la mano del hombre es casi imperceptible. Grupos de chopos se entremezclan en los bosques de coníferas en el Sobrarbe o la Selva de Oza. Los tonos cálidos de las hayas resaltan dentro de las alfombras de los verde perpetuo de los abetos en Ordesa.
De cómo cuando vamos ascendiendo por los valles y tomando altura las hayas con su sistema radical poco profundo crece en pendientes en riscos empinados. El buxus sempervirens forma una manta constante que cubre el sotobosque. Más arriba solamente crecen los pinos negros que se adaptan a las temperaturas de altitudes superiores a los 1700 metros. El Aneto anuncia que estamos muy altos, superando los 3400 metros.
Colores:
Amarillo de los alisos ( Alnus glutinosa) y abedules( betula péndula) y de los álamos temblones.
Rojos: de los arces, de los pequeños frutos del seglar del cazador.
Marrones: Hayas y de los fresnos con sus hojas caducifolias.
Verde: De los abetos de troncos rectilíneos, del pino royo sylvestris y de los boxes que crecen bajo la sombra de los arboles más altos.
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